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viernes, 24 de septiembre de 2010

Tigre

TIGRe

.de Maria Constanza Cantua, el El Martes, 21 de septiembre de 2010 a las 3:13.


Se me ocurrió remar.

No se hacen una idea lo difícil que es remar.

Un año antes, meses mas, meses menos de mudarnos para acá, creo, porque la memoria me falla y con frecuencia alarmante, nos vinimos a Buenos Aires unos días con mis hijos.

Fuimos al Parque de la Costa.
Juro, hacia 40 grados centígrados.
Estuvimos, juro también, 8 horas.
Juro que no hay un solo árbol en el Parque.

Buscando desesperadamente sombra, me arrimé al borde del parque, que da al Río Lujan.
Me quedé observando los barcos de paseo, cargados de gente, veleros y lanchas que iban y venían, y botes, botes ingleses a remo (después aprendí que se llaman así).

Me quedé absorta en el río, y el transito que había en él.

Me quedé en transe.
Dejé de escuchar los aullidos de los chicos en las montañas rusas.
Dejé de escuchar los chirridos de los carros de los juegos.
Me envolvió una especie de frescura.
En esa realidad, vi pasar remando, en un bote ingles a una chica.
Me sorprendió.
Me sacó del transe.

Remar lo asociaba con hombres.
Río, botes, remos, fuerza, y lamento por mi ser femenino, decir destreza también.

Tengo que hacer esto, tengo que hacer esto.

Finalmente, lo hice, remar.
Que difícil.
Desde corroborar que el bote tiene su tapón, ( increíble que tenga tapón!)
Arrastrarlo por la rampa (pesa bastante)
Ponerlo paralelo a una especie de balsita.
Hacer equilibrio de circo para sentarte en el asiento móvil.
Colocar los remos!!
Y de ahí…salí como puedas.

Me asocié a un club, y al principio, salía con un profesor, pobre, que paciencia.

Finalmente di un examen, y lo salvé!
Tengo en mi poder un carnet que me habilita a remar.
Como verán mas adelante, sólo me habilita…

Ahora, todo esto para hablar de El Tigre.

El delta.
Nunca lo hubiese conocido tan bien si no hubiese remado.
Hay vías, como en la carretera, por un lado van, por el otro vienen los botes.
Los canales son tan estrechos en algunos lugares, que tenes que gritar “boteeeee”, para que repliegue el remo el que viene en sentido contrario o uno mismo, dependiendo de quien avise antes.
Expertos remadores tuvieron la desgracia de toparse conmigo.
Me choqué con algunos.
Pido perdón.
Aun agradezco la amabilidad.
Me choqué contra mini muelles.
Pido perdon
Encallé.
Pido perdón.

Me complicaba horrible las bajantes…esos bichos ingleses flotan con 20 cms de agua, pero a veces ni 20 hay.

Vuelvo al delta.
Verde, jungla, pájaros, fauna, flora, y sobre todo, calma.
Nada más sereno que el delta.
Silencio de jungla, o ruido de jungla.
Sonido de los remos constante, adormecedor.
Islas, islotes, camalotes, agua café con leche.
Combina perfecto con el verde, miles de verdes de esa extraña selva.

Sombras profundas
Sombras livianas
Sol del trópico cuando abandonas la sombra, deseando volver a la sombra.
He visto botes atados a árboles, con su remero durmiendo la siesta.

Algo que envidié.
Carezco de esa capacidad náutica y de echarme al abandono…sobre todo, de echarme al abandono en una siesta!
Temo que el nudo se desate, y terminar en la casa de Sarmiento.

Río arriba, está la casa de Sarmiento.
Firme, elegante y sin un rasguño.
Claro, está presa en una caja de cristal!
Una caja de cristal la rodea!...increíble…

Toda esa jungla, toda esa selva, frondosidad llamativa, aguas por momentos turbulentas, por momentos especulares, botes, remos, remeros…toda esa vida, está a tan solo a 20 minutos de auto de mi casa.

A veces, el paraíso, está tan cerca…y es un Tigre.

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