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viernes, 29 de abril de 2011



Constanza,…Blanca.                         por María Constanza Cantúa   28 Abril 2011

Constanza no es ésta Constanza.
Constanza soy yo pero no soy yo.
Constanza era de otra época.
Época de enaguas, sayas, cataplasmas y emolientes.
Época de leche recién ordeñanada y de inmigrantes.
Constanza era del interior del Uruguay.
Bien Tana criolla Uruguaya, hija de tanos.
Constanza perlaba ojos verdes gatunos, ñata y unas generosas trenzas le engalanaban un rostro mágico, brujo.
Piel mayólica, pecas y toda, toda la bondad concebible.
Constanza tuvo tres hijos, uno de ellos, es mi Papá.
Constanza, mi divina Constanza y aunque suene innecesario y obvio, era mi Abuela.
Constanza era maestra,
de esas,
inquieta y curiosa, pura vocación.
Maestra allá por principios del siglo XX, no era común,
Ella no era común.
Constanza publicaba artículos de política en el diario local de su pueblo.
Constanza publicaba Poemas en el diario local de sus pagos.
Constanza tenía un seudónimo: Mirtha Blanca.
Siempre sentí fascinación por el seudónimo y por la necesidad que tuvo de tener uno.
Infiero que era artificioso en aquellas lejanas décadas publicar notas de política,
muchas de ellas revulsivas,
así como poemas de amor,
muchos de ellos también revulsivos.
Ella no era común.
Poetiza maravillosa, lanzada, hiperestésica y sensible, enamorada del amor y de las palabras.
Guardo una reliquia,
guardo un tesoro,
guardo, resguardo y amparo su diario personal.
Diario plagado de temas y esencias,
Recortes de Diario y Cartas pegadas,
una de ellas de mi abuelo Ezio pidiéndole a mi bisabuelo Pascual la mano de Constanza, una joya.
Tapa de cuero, hojas apergaminadas, escritos,
escritos con pluma y tinta,
y en cada palabra y fecha capto,
percibo,
advierto la esencia, el alma, la luz que definía su vigorosa persona.
Constanza murió a los treinta y ocho años.
Nuevamente redundante e innecesaria mi aclaración: jamás la conocí.
Mi padre tenía apenas catorce años cuando murió su madre.
Mi papá tiene ochenta y ocho años.
Setenta y cuatro años hace que se fue.
Desde que tengo uso de razón,
Constanza resuena en la boca de mi viejo,…todos los días.
Y no es que él no la quiera soltar.
Y no es que él esté viejo y le venga su madre a la memoria, siempre fue así.
Ella es libre en la cosmogonía de mi padre.
La amó, la ama, la amará.
Lo amó, lo ama, lo amará.
Él tiene esa conexión espiritual con ella.
Yo la amo y jamás la conocí.
Eso es pura labor de mi viejo.
Yo siento admiración por Constanza y jamás la conocí.
Eso es pura labor de mi viejo.
La labor de él fue y es fundacional en la estructuración de vida y mujer que tengo de Constanza pero algo mas trasunta, reproduce, exhala desde ella y de algún espacio desconocido.
La amo por lo que fue,
por el amor que le dio a mi viejo en su corta vida,
la amo por la memoria de mi viejo INTACTA, si bien magnificada por el tiempo, la edad de él y de ella, que me importa?
La amo desde mi lugar de nieta huérfana de abuela.
Mujer entera
Madraza
Poderosa
Con vuelo
Con agallas
Rígida y con todo el amor y mas para sus hijos.
Mirtha Blanca escribía poesía
Mirtha es Constanza en su hechicera blancura de Blanca.
Constanza y Mirtha Blanca es mi abuela.
Constanza se llama mi hija, no por mí, por ella.
Abuela, te amé, te amo, te amaré y nunca te conocí.

Para mi Papá Julio María Cantúa Tambasco, con todo mi amor.
Tu hija Constanza.
Gracias por mantener perfecta la memoria de tu generosa y amada Madre, mi Abuela.

María Constanza Cantúa ®


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