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viernes, 21 de diciembre de 2012

Mensaje para estas fechas, Dic 2012-2013




Mensaje Para estas Fechas. ABRAZOS! connie


Y un año más se va…
Como se van todos.
Dejamos un pedazo,
se insertan otros,
y así el ciclo de la vida.
Hoy es agradecimiento
para quienes están
y caminamos un
trayecto del sendero juntos.
No hay arrepentimientos.
Hay reconocimiento y gratitud.
Lo que creemos que es malo,
Eso nos pone en el
trampolín loco que nos
arroja a lo bueno.
De cada cosa se aprende
y con muchas lagrimas y
alegría no deseo que este año
se vaya fervientemente.
Solo deseo que marche en paz
al arcón de los tiempos
y le deje espacio
al niño 2013.
Deparará tantas emociones
abrazos, llantos, perdidas
y logros.
Para toda esa gente que sabe que
la quiero, para la que ya no está
físicamente pero esta anidada
en mi corazón.
Para mis hijos,
eternos guerreros de amor,
y esa incondicionalidad que
te brinda la sangre.
Para mis amigos nuevos
Para mis amigos de
una vida entera.
En fin,..para toda
la gente que de alguna
manera me ha tocado
con su varita mágica,
enlodada o radiante.
A todos ellos gracias
por enseñarme a ser
un poco mejor.
Una tarea para toda
la vida
Mamá, papá, mis hermanos,
mis sobrinos, mis hermanas
del alma.
Y por último a dos hombres
importantes en mi vida.
mojones de honestidad
Decencia y amor .
Gracias.

Vaya tranquilo 2012,
Cuidaremos bien de su hermano.

Felicidades a todas las creencias
y hagamos de este año que entra
algo mejor por los demás,
los que más necesitan,
Y por nosotros



Con amor, Connie. ONE LOVE









Ignacio Firnella Cantua, Maria Constanza Cantúa, Connie Fornella Cantua, Stefano Arena. Mis amores por siempre!

sábado, 8 de diciembre de 2012

MENDEZ

Méndez

Méndez
.de Maria Constanza Cantua, el El Lunes, 25 de octubre de 2010 a las 22:02.Méndez



Méndez


Méndez era un hombre de campo, adusto, parco, con poca instrucción y mucha sabiduría.
Méndez tenía ropa de fajina siempre limpia.
Alpargatas nuevas, la boina puesta y el cigarrillo armado a las 6 de la mañana de todas las mañanas de las mañanas.

Méndez tenía dos camisas blancas.
Terminaba las tareas antes de caer el sol, se aseaba, se acomodaba el pelo con prolijidad y se ponía una de las blancas, las mas blancas que vi en mi vida.
Se sentaba al lado de la cocina a leña, se preparaba el mate y esperaba.

A su lado se echaba Pinta, el perro más fiel de todos los que lo ayudaban.
Méndez esperaba la cena que le preparaba su mujer y quiero creer que esperaba un poquito mas a que yo llegara a su cocina.
Méndez se levantaba a las 5 de la mañana pero quiero creer que me esperaba.

Me hacia rimas de su caballo bayo: “que lloraba tanto cuando murió y largaba unos lagrimones como diciendo curame vos”.
Me contaba historias fantásticas de luces malas, relatos asombrosamente coloridos y atrapantes.
Recuerdo de escucharlo con tanta atención, tenía miedo de perderme algo de lo que narraba.

Sus cuentos eran para mí como los de Quiroga, me maravillaban.
Tenían que ver con serpientes.
Tenían que ver con animales salvajes.
Tenían que ver con el campo y otras cosas.
Otras cosas como la soledad, solo en lo agreste, en la noche.
Otras cosas como ser valiente y no tanto.

Méndez era el capataz del campo de mis viejos y nunca conocí a nadie tan especial y particular.
No era expresivo con los sentimientos, aparentaba todo lo contrario pero advertía exudar cariño por cada poro de su ser.

Todo lo que hacía, lo hacia bien, prolijo, bien terminado y hasta que no estuviese finalizado, no paraba, era incansable.

Méndez era mi Héroe.
Lo veía salir desde mi cuarto a la mañana, montado en el Zaino, de espaldas, con la boina de costado, humeando frío y tabaco desde el costado de su silueta.
Ya salía, ya salía a hacer su recorrida y yo le gritaba sin gritarle: “quiero ir!”

Adoraba pensar que lo ayudaba y él demostraba aprecio por mi pequeñisima tarea.
Me enseñó a tropear, vacunar vacas, ensillar, dar tomas, castrar corderos y a hablarle a los perros de forma corta e inteligente para que me entendieran.

El solo podía con cientos de ovejas, yo entorpecía pero cada tanto me mandaba a corretear a alguna ”escapada”. Le daba duro al galope en busca de la descarriada y galopaba y galopaba hasta que volvía con la oveja suelta de la majada.
Lo miraba y me hacia un gesto casi imperceptible a lo lejos, que yo interpretaba como un gracias,…y lo era, quiero creer.

Crecí y un día Méndez se fue. Se fue al pueblo a vivir.
Años después mi padre me trajo una carta de él.
La carta fue por el nacimiento de mis hijos.
Papel inmaculado, caligrafía perfecta, con esfuerzo para que se vea bonita, sin faltas de ortografía.
Me expresaba todo lo buena madre que iba a ser, cuando en realidad él me había dejado de ver cuando yo tenía tan solo 15 años.

Que lindo regalo me dio.

Méndez murió hace unos cuantos años. Muchos.
Me había prometido ir a verlo especialmente, esas promesas que uno se hace.
No lo hice y después me enteré que había fallecido.
Julio, Julio Méndez era su nombre.

No lo recuerdo a Julio Todos los días pero lo recuerdo Muy seguido y cada vez que lo hago, lamento no haber ido a ver a quien había significado tanto para mi.
Quien fue un mentor, amigo y casi padre en silencio.

Mí querido Julio, me diste los mejores regalos con tu compañía.
Me expandiste infinitamente la imaginación en las noches sin luz.
A la luz de la luna me enseñaste a no tener miedo a volver para las casas.
Me decías que la luz de la noche me mostraría el camino.
Me contaste del respeto por los animales, los árboles, arbustos y cañadas.
Me dejaste los mejores cuentos como legado, que se los pasaré a mis hijos.
Se los pasaré porque lo haré en tu honor y es en tu honor que lo haré porque me encantaban.

Te veo cabalgando al Zaino, echando humo de la madrugada y del tabaco, te veo la boina, la espalda echada hacia atrás acompañando el tranco largo del fiel Zaino camino a la portera, camino a la soledad del campo,…camino a mi memoria, memoria que está intacta de Julio Méndez.
Mi memoria me dice que era un titán, uno enorme, un gigante silencioso.

Que siga tu viaje, amigo silencioso,…yo aún te veo en mis silencios.
Nunca te dije que te quería.
Te hubiese dado vergüenza,…y yo no tuve el valor.
Pero te quise y mucho.
No es tarde amigo para el querer.

Méndez que se va en el Zaino, ya lo veo, ya lo veo de espaldas, echando humo de la mañana y del tabaco, levantándome la mano sin darse vuelta, expresando un adiós,…adiós amigo, adiós Méndez.



Maria Constanza Cantúa ®

sábado, 1 de diciembre de 2012

MAQUINA

Máquina, de María Constanza Cantúa

Una luz tenue
de una lámpara de la época del ñaupa.
Un banquito incomodo,
y sobre una mesa cualquiera,
se impone majestuosa
la máquina de tejer.

Peines que penden

de unos débiles hilos de lana,
amorfos cuelgan de ella y,
una mano cuidadosa,
pasa y sigue pasando
repasando con cuidado al pasar
dando paso a una forma extravagante
que se apresta en posición.

No hay reposo en el pasaje.
Suena para un lado y el otro
como un escritor inspirado,
cada tanto tacha un punto y una coma
y el delicado instrumento,
desengancha la rebeldía.

Las manos cansadas,
desploman un pasamontañas
cuidadosamente rematado
de un azul índigo en sus bordes.
Vuela humeante derecho a mi cabeza.
La máquina descansa.

Sueño la mañana
con tostadas y café con leche.
La ropa del colegio y el invierno apretado
me lleva con pasamontañas orgullosa
de no usar bufanda.

Hoy a la noche el ciclo se repite
Mi madre sentada
en frenética labor,
más seis ojos ansiosos esperando un nuevo milagro que usar.
El pasamontañas, fue mío.

Gracias mamá.

María Constanza Cantúa ®
Metamorfosis de Maria Constanza Cantua.
Metamorfosis, de María Constanza Cantúa

METAMORFOSIS. DE maria constanza cantua, foto de connie cantua bo

Una aspiradora
Un elefante sin patas
Un cocodrilo con un pájaro en la cabeza
Un mascarón de proa
Una criatura prognática
Un cíclope
Un potro echado
Un zorro escondido en un pajonal
La cabeza de medusa
Dos ratones unidos por la cola
Dos autitos chocadores
Una iguana y un pequeño médano
Una mecha de lana
Un mejillón
Un avioncito microscópico
Un punto de arena
La nada
Diez minutos
Metamorfosis de una nube
María Constanza Cantúa ®

En un tiempo



En un tiempo, de María Constanza Cantúa. Nov de 2012


En un tiempo,
adorrmecida estuve,
sueño largo, ensoñado,
ensalzado, cambiante.

En un tiempo
estuve,
entre asfalto y pasto,
cemento y hojas levantiscas
escapadas del otoño,
recicladas en primavera.

En un tiempo
estuve,
en mar dulce de Monte VI,
cromando mis entrañas
al ardor del viejo callejón
que apretaba.

En un tiempo
estuve,
donde lo onírico de aquello,
no me gustaba
y los vientos soplaron fuerte del oeste.

En un tiempo
estuve,
en que antaño me molestaba,
pero el presente lo tironea hasta acá
y no resulta doloroso.

En un tiempo
estuve
a un centenar de millas,
donde resultaba un viaje profundo
a lo mas hondo del espejo.

Hoy, el sueño son alas,
un larga vista para mi corta vista
de aquella quimera,
avistando el horizonte
de mi pequeño Universo.

Hoy el Universo se aprieta aun más
y más en una planicie,
donde se yergue el Monte VI
De Este a Oeste, mi lugar.

María Constanza Cantúa ®
 — en Buenos Aires.

Tero

Tero, de María Constanza Cantúa-
Tero, de María Constanza Cantúa, Nov. de 2012


Veo dos patitas,
veo dos palitos,
moviéndose sigilosamente
a centímetros.

Un montoncito de pajitas y tierra,
reclaman su derecho,
bulle vida en poquitito,
y palitos en acercamiento.

Son patitas y las patitas garras
y las garras corretean
para erguirse en un porte ostentoso
de poder.

No te acerques, ni te arrimes,
no los mires,
sólo de lejos,
porque la debilidad
se torna en fortaleza
y la fortaleza
en llamaradas de alas dibujando
un castillo en el aire por donde
no podrás pasar.

Cuatro paredes y un techo infinito,
eso delinean los teros.
Tan suaves y tan salvajes,
hasta ahí te dejarán llegar.

Y es que son teros,
bravos, guapos, ágiles, guerreros.
Guardianes indiscutibles
de lo que es mi tierra,
Uruguay.

María Constanza Cantúa ®