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lunes, 7 de noviembre de 2011

Renguera

Renguera, de  Connie

Allá hace un tiempo,
recuerdo que
mi abuelo que no era,
tenía un regalo en su pierna derecha.
Un regalo mágico.
Mi niñez, mi mundo lírico y elegíaco,
me hacían pensar que esa renguera había venido con él
y lo acicalaba desde su nacimiento.
Se que su renguera
me acompañó mis años frágiles
y de ensueño,
mis vuelos de vigilia,
mis planeos con Morfeo.
Mis ogros de bosque oscuro,
me los quitó mi abuelo que no era.
Recuerdo entre tanto ogro,
el de *No Nadar*.
Su renguera me tomó de la mano,
me llevó por un puente angosto
él y su renguera.
Al llegar al final
y mirar el verde profundo,
rayos lumínicos de pulpo
me miraban del verde al verde
de mi iris.
Mi ogro cetrino y húmedo,
me esperaba con las fauces abiertas.
La renguera y su dolor,
me susurraban al oído:
“No tengas miedo,
nada te pasará, sólo nada hacia mi”.
Volé a lo profundo y mas profundo,
en ese hondo de lo mas hondo.
Los brazos lumínicos me soltaron,
miré con decisión el sol desde el fondo
y luché a brazo partido hasta la superficie.
Mi cabeza giró buscándolo.
Su renguera y él estaban ya en la orilla
con los brazos levantados.
Su renguera era veloz,
ligera,
de amor,
de confianza,
y con confianza nadé y nadé hasta él.
Al llegar,
dos brazos poderosos y una renguera firme
me abrazaron con orgullo.
Fui la nieta que no era nieta
mas feliz del abuelo que no era mi abuelo,
mas ufano.
Mi abuelo, mi rengo, esa renguera mágica.
Esa renguera que dejaba ese trillo adorado en la arena.
Cuando ya bajaba el sol
y miraba fascinada
sabiendo que mañana
otra vez me iba a amar.
Cuanto te amé Carlitos
Cuanto te amo.
Mi rengo, mi rengo del alma.

María Constanza Cantúa ®


 El día que me quieras, by Fernando Notaro. Prodigio de músico Uruguayo, gran amigo, Gracias Fer!!