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miércoles, 24 de agosto de 2011

Mutación Anfibia

Es la noche,
camino por ella, en ella,
oscura y segura.
Hago un trillo en el maizal,
ruidos de ramas quebradas dejo atrás.
No tengo miedo, ése, ése se fue a asustar a otro lugar.
La bóveda cubre serena y oigo
el viento al final, en el cañaveral,
se abre ante mí.
Dos estrellas, sólo dos
Y si, esas dos.
Dos en una, irradian un foco,
mi seguidor.
Las dos iluminan tenuemente.
Aguas que no veo,
Aguas que huelo,
Aguas que mojan
en bautismal sucumbir.
Caigo, resbalo, fango y en el hundirme,
la cristalinidad es percibida por mis ojos cerrados.
Mis ojos cerrados que ven,
ven esto que soy.
Una cadena pesada aprisiona mi tobillo,
no lucho,
aprieta fuerte,
trago agua, la filtro.
Las branquias emergen,
respiro en lo profundo.
La cadena tira y tira,
no hay fondo.
Sumergida en el abismo de la criatura,
despliego una oración.
Mis ojos aun cerrados ven,
y miran sin mirar la superficie lejana.
El seguidor me enceguece con bendición
mis parpados pegados.
Rozo el fondo,
Un fondo finalmente.
Ahí me quedo,
Ahí está mi cadena postrera,
ahí respiro, branquias.
La caverna a mi diestra
me empuja con la corriente subterránea.
Tan fuerte,                   
me lleva,
me lleva mis cadenas,
ya no pesan.
Luz, presente agudo.
Mis agallas se cierran,
paso de  Anfibio a Humana,
humana envuelta en humanidad,
mi humanidad.
Es mi bautismo de doce Arcanos.
Me elevan, respiro bocanada dolorosa.
No entiendo el paisaje
pero algo me dice que ya lo entenderé.
De anfibio a humana
Transmutación Kafkiana.
Soy yo.
Proceso, evolución infinita, Darwin.
Mutación.

María Constanza Cantùa





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