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sábado, 4 de diciembre de 2010

Una Piedra

Una Piedra
.de Maria Constanza Cantua, el Sábado, 04 de diciembre de 2010 a las 11:18.
Una Piedra,



Una Piedra

Una simple piedra.
Una simple piedra de seis o siete centímetros, nada más que eso.
Color beige, algo de blanco, nada especial.
Ni forma, ni tamaño ni color especial
Una simple piedra.
Proveniente de una cañada de los tiempos.
Proveniente del fondo.
La vi fulgurar, la buceé en lo musgoso, en el humus quieto.
El mismo ya se tornaba inquieto y amenazaba con taparla en mi intento de rescatarla, rescatarla?

Casi la pierdo.

En el trayecto de lo mas profundo a la superficie se fue lavando hasta emerger en una simple piedra.
Algo no la tornó en tan simple.
La sostuve tanto tiempo.
La admiré tanto tiempo.
La miré fascinada casi como si hubiese encontrado una piedra preciosa en un lago africano recóndito y lejano.
Tenía el agua a la altura del pecho y al caminar hacia la orilla, llevaba mi brazo en alto con mi trofeo.
Al sentarme al sol y observarla, vi cada veta de color, cada grieta, cada fisura.
Imaginé todo.
Imaginé su origen.
Imaginé desde que estómago de la tierra provenía.
Imaginé un tamaño primigenio enorme.
Imaginé que en el momento que vio la luz, allá en los comienzos de los tiempos, cuantos miles de kilómetros habría recorrido y en su rodar y caer, rodar y caer en lo pequeña que se había convertido.
Imaginé cuánto calor del sol la dilató, cuanto el frío del invierno y la cañada la contrajeron.
Cuanta historia de infinitos e ínfimos movimientos moleculares.
Cuanta vida le encontré a una pequeña piedra proveniente del fondo de una cañada.
Debiera haberla devuelto al agua, por algo estaba ahí.
Preservar su secularia, milenaria soledad y quietud.
Mi egoísmo fue más fuerte y la guardé en el lugar mas seguro de mi bolso.
Quizás a ella no le guste el destino que tiene.
Ahora me acompaña en mi soledad.
Ella me acompaña y yo a ella en soledad escribiendo esta nota sobre ella.
Va a tener, ya tiene un lugar en mi repisa, en mi escritorio.
Lugar donde paso mucho tiempo, lugar desde donde la contemplo varias veces al día.
Esta piedra es de una cañada.
De una cañada muy conocida por mí.
De batallas acuáticas con mis hermanos antes.
Con mis sobrinos y mis hijos ahora.
Quizás siempre estuvo ahí.
Quizás la fuerza de la corriente nunca la movió, o quizás algún día iba a seguir su viaje.
No lo sé, como saberlo.
Nadie se percató de mi pequeño gran robo.
Sentí como si me llevara un pedacito del Coliseo Romano o del Partenón.
Acá está.
Acá esta conmigo ahora.
Como un recuerdo.
Como un adorno.
Como parte de mi historia.
Como parte de la historia de las rocas y piedras de este planeta.
La miro antes de escribir estas últimas palabras.
La contemplo.
Ella me brinda nada menos que Fuerza Pétrea.
Divino pedazo de mi recuerdo y de esta tierra en mi repisa.

María Constanza Cantúa ®




Wind beneath my wings de Israel Kamakawiwo

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