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miércoles, 3 de noviembre de 2010

LLUVIA

LLUVIA
.de Maria Constanza Cantua, el miércoles, 03 de noviembre de 2010 a las 20:01.Lluvia



LLUVIA

Lluvia divina.
Lluvia refrescante
Ya siento el fresco, el viento previo.
Ya escucho arrastrarse las hojas empujadas por el aire de la lluvia.
Aire sin lluvia, ese que viene antes de la lluvia.
Ya veo moverse el pino, agitarse contento de recibirla aunque aun no haya llegado.
La palmera mas atrás, sus penachos erguidos, rogando que caiga agua.
Temperatura muy alta en Buenos Aires.
Más aire que inflama de vida mi cuerpo.
La ventana abierta de par en par de cara al cielo, nublado, tapado, gris plateado, ya sin huecos de sol.
Mas brisa que entra, refresca.
Más aun, mas brisa como caricias por mis brazos, por mis dedos que teclean este cuento.
El follaje atrás del pino, palmeritas, arbustos, todos agitados con la previa excitación de la caída de agua.
Allá lejos, lejanamente, escucho una música lejana.
Los truenos me ponen una sonrisa en la cara.
Más, más brisa, esa que trae la lluvia.
Pájaros cruzan el cielo desordenados.
Buscando amparo de la lluvia que va a venir,
Relámpagos y truenos, relámpago que hace brillar el cielo plata cargado de agua.
Agua que nos aliviará.
Sigo mirando por la ventana,
Mi teclado adquiere el color del cielo.
Surcan relámpagos por él.
Vibra mi cuerpo con el sonido, con el estruendo del trueno.
Nada me pone mas contenta que esta previa sensación de alivio.
Previa sed que alimenta mi sed de agua, de alivio.
Alivio final.
Ya la brisa amaina.
Ya viene el agua.
Ya viene la lluvia.
No la veo, la escucho.
La escucho sobre el tejado pegado a mi ventana.
Es muy finita, casi invisible, imperceptible, pero la escucho.
Todo quieto.
Esperando la gran caída.
Imagino las alegrías de mi patio, los pinos, el romero y la lavanda energizados.
Todo energizado, la madera de mis ventanas esperando calmar el sol que las ardió la tarde.
No la veo, pero saco mi mano a la intemperie, mi brazo se moja.
Si, llegó.
Llegó para humedecer lo seco de todo lo que me rodea.
Olor a tierra.
Olor a humedad.
Olor a lluvia.
Un último pájaro se esconde en la palmera.
Ya cae, ahora cae agua, no solo la escucho, la veo, moja, salpica.
Me salpica, salpica mi escritorio y una nueva brisita empuja agua hacia mí.
Todo se pone más verde. Sólo un poco de agua logra eso.
Todo contrasta mas aun contra el cielo que se pone de un color indefinido, no sé que color es, pero es lindo, benigno.
La lluvia, el agua, la brisa, el cielo, los pájaros, el sonido, más brisa, más lluvia y más agua.
Me humedece mis neuronas, las mojan, hacen mejor sinapsis.
Seré una planta?
No soy, pero como una planta funciono.
Mi perra se acurruca en mi falda, huele el aire, le gusta la lluvia.
Nos gusta la lluvia, y todo lo que pasa antes de que llegue.
Acá estamos, acá nos quedaremos, mi perra y yo, admirando la naturaleza, admirando el cielo, las dos mirando hacia arriba, las dos viendo la lluvia caer, hacer su trabajo.
Nada nos interrumpe.
La lluvia está.
El alivio también.

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